sábado, 15 de noviembre de 2008

¿ Fenómeno de naturaleza como arma estalinista ?

Quemados por el sol, película ganadora del Oscar al mejor film de habla no inglesa en 1994, ha sido para muchos "rusófilos" una de las primeras películas con las cuales comenzaron conocer obras del cine ruso, junto a las de Tarkovskiy, Eisenstein, etc. Me gustaría arrojar un poco de luz sobre un fenómeno de la naturaleza del que se trata en esta pelicula , porque, resulta que este "fenómeno", es conocido en Rusia casi por cualquier niño, no dice nada a los españoles. Cuando eramos niños, nos asustaban con los cuentos de bolas de fuego, o, como se llaman en Rusia, sharoviye molnii (relampagos redondos circulares).



Aparecían de la nada, incluso cuando hacía sol. Entraban por las ventanas abiertas, en las cabañas, atacaban a la gente en los bosques, en los campos etc. La única opción para poder salvarse era estar quieto, no moverse, no respirar, fingir estar muerto. Mejor dicho, como lee Filipp en la peli, "...la dirección de las bolas de fuego depende directamente de la actividad que disempeñan los objetos situados alrededor... ".


El fenómeno en sí ha sido el objeto de discuciones y dudas de los científicos en todo el mundo durante varios siglos. A pesar de algunas pruebas documentales (pocas fotos) y numerosos cuentos de testigos, todavía no se ha descubierto su naturaleza, incluso se ha intentado reproducir el fenómeno en laboratorios (lo intentaba Tesla, Kapiza, etc). Pero sea lo que sea, en todo el mundo menos a la ex-URSS, bolas de fuego siguen siendo objetos de interes de los científicos y de gente que cree haberlo visto. Pero la gente normal y corriente ni siquiera sabe de su existencia.

¿Por qué?

¿Por qué, si preguntar a cualquier ex-ciudadano de la Unión Sovietica (por lo menos, los representantes de la generación nacida en los setenta y antes) qué es lo que sabe de bolas de fuego, la respuesta será inmediata y bien detallada?


¿No resulta lógico suponer que en la Unión Soviética, las bolas de fuego se utilizaban exitosamente por el gobierno estalinista para poder ocultar sus propios crimenes contra el pueblo, y a la vez eran un instrumento de amenaza?


Desempeñas demasiada actividad - aparece una bola de fuego, y ¡zas!.. y la memoria del pueblo es tan fuerte, que, incluso unos sesenta años después de las purgas estalinistas, los niños siguen contándose historias aterradoras sobre bolas de fuego ...

domingo, 19 de octubre de 2008

Luz









Una novela definitiva para el género.
En pocas ocasiones podemos leer una novela que nos cautive y, cuando esto ocurre, suele tratarse de un clásico publicado años atrás cuya referencia la encontramos en alguna de las listas de "las cien mejores novelas". Muy difícilmente se trata de una novela reciente y traducida al poco de ser escrita. Sí esto pasa nos sentimos como si estuviéramos haciendo un poco de historia. Y es lógico pensar que el Canon del fantástico o, más para andar por casa, el top personal de muchos lectores, van a ser abiertos a la "buena nueva".
Sin temor a equivocarme apuesto que en breve muchos lectores tendrán en un lugar privilegiado, entre los libros de su biblioteca, la excepcional Luz de M. John Harrison.
Una guerra a la deriva contra alienígenas, que puede aniquilar a la humanidad es el trasfondo. En primer plano tres judíos errantes. Michael Kearney es un genio y demente que descubrirá en sus visiones el tren hacia las estrellas. Seria Mau una mujer que debió perder sus sentimientos, transformándose en una asesina, para ganar el espacio. Y Ed Chianese un "yonki" de las sensaciones fuertes, varado de sí mismo. Cuando sus sueños comienzan se desencadena la vorágine en la que dejarán de ser dueños de sus vidas. Sucesos cuántico-cósmicos los encadenarán a un destino incierto en una región del cosmos, el Canal Kefahuchi, donde artilugios de civilizaciones olvidadas aguardan su captura para enriquecer a los oportunistas cazadores de pecios. Pero permaneciendo oculto en el Canal, allí en Bahía Radio, algo espera a Kearney, Mau y Ed.
M. John Harrison ha creado una obra difícil de encuadrar que vertebra en tres líneas de acción. Algo así como una space opera atípica, lo que podríamos llamar un future noir estilo Blade Runner y un drama psicopático, que van confluyendo en una brillante novela fusión. Así la mecánica cuántica y la ingeniería genética se mezclan con sexo y violencia. En su narrativa emplea palabras de gran fuerza sonora y plástica que junto a la disposición en capítulos cortos generan un ritmo vertiginoso.
El autor realiza la labor de un anatomista enamorado de su trabajo. Disecciona a sus actores perfilándolos con precisión y así destilan, para el lector, toda una gama de incertidumbres y temores. La desesperación que se mastica llega a ser claustrofóbica recordando el citado future noir.
Concede poca cosa al lector novato o aburrido que busca entretenimiento. Nos introduce de golpe en un universo de suburbios lleno de crudeza y soledad, de sexo enfermizo y poca esperanza. Da las dosis justas para crear tensión sin desvelar pero sin engaños, pues, finalmente, dará respuestas. Así el lector encajará entonces la trama en un cuadro a veces impresionista y trágico, en otras, oscuro y melancólico; pero, siempre, con un resultado de sorprendente belleza. Harrison se toma su tiempo, incluso se diría que se entretiene, en crear guiños al género, tanto literarios como cinematográficos, que hacen de la novela un placer para los lectores de ciencia ficción de toda la vida.
La novela viene avalada con el premio James Tiptree Jr. de cuya autora porta también algo de su espíritu. La conexión entre ambos es manifiesta pues los temas son coincidentes. Una novela escrita con una prosa agresiva y a la vez de gran belleza estilística; donde la muerte y el sexo toman la mayor sustancia o las relaciones entre alienígenas y humanos van más allá de las "habituales transacciones comerciales". Se hace patente que es uno de los autores de la extinta new wave, que desde mediados de los sesenta y hasta mediados de los setenta deslumbró al género fantástico. De la importancia de esta corriente como matriz creadora que transformó la ciencia ficción y, que sin duda alguna, sigue vigente hoy día, es fiel cumplidora esta novela.
Los mensajes que Harrison se presta a lanzarnos son varios y dan para pensar. La fatalidad del destino vinculado unas veces al azar; otras, a la determinación causal y, muchas veces, a la simple suerte, pueden ser la manera de descubrir una verdad fundamental. De esta manera poder ver el orden dentro de un universo caótico y violento. Estos serán momentos de genialidad y en algunos casos de locura. Así Dalí o John Nash en su delirio o en su esquizofrenia dan visiones creativas que pueden transformar el arte o la ciencia. Pero para Michael Keraney, Seria Mau y Ed Chianese puede ser sencillamente una forma de buscar su propia identidad desde el recuerdo, desde lo que se ha perdido, por medio de sueños que Harrison pinta como paisajes entre extraños y nostálgicos.
Mi gratitud para Luis G. Prado. Su buen hacer por el género se denota en la preocupación por acercarnos a los autores. He tenido la suerte de poder escuchar, en la todavía caliente Hispacón de Getafe, a M. John Harrison. Sin la real flema británica, este excelente escritor con apariencia de hippy e indio apache, engancha por la brillantez de sus palabras y su proximidad a los lectores.
Casi siempre puede haber un pero y en esta ocasión lo hay; Bibliópolis se descuidó con la corrección, las prisas no son el mejor aliado, de tal manera que los fallos tipográficos están en exceso. Tras la lectura de Luz me cabe la esperanza de que Luis contemple para un futuro cercano el editar otras novelas, inéditas en castellano de Harrison. Se me hará muy larga la espera.


Esta reseña fue publicada originalmente en Cyberdark.net

La reconstrucción de Sigmund Freud






El número 142 de la revista Nueva Dimensión, año 1982, traía la novela "Apolo y después", una irónica mirada a los "sueños espaciales" de los americanos. El autor era Barry N. Malzberg, del que apenas se conocía, en lengua castellana, algún relato publicado en la propia ND o alguna antología de Bruguera. Desde entonces, pocos han sido los afortunados en poder leer algo suyo, pues sus relatos se tienen que rebuscar entre pilas en las librerías de viejo. En 1986 fue uno de los finalistas del premio Nebula y del Philip K. Dick con su novela La reconstrucción de Sigmund Freud; este currículum ya incita a su lectura, aunque hay que decir que no es una novela para "todos los públicos"; culta y sin concesiones, no es precisamente una lectura de playa.
A principios del siglo XX, en Viena, Sigmund Freud muere asesinado de un disparo en la cabeza por el editor del Chicago Tribune. Siglo XXI, en Venus, Sigmund Freud debe salvar a una colonia de los desvaríos de un ingeniero que se cree Dios. Mediados del siglo XXIV, en la nave espacial Wipperly, entre las confusas locuras de la tripulación humana, Sigmund Freud psicoanaliza a los alienígenas invasores.
En un mundo tecnificado, ante una crisis, se debe recurrir a replicantes de personajes históricos, pues ellos pueden encontrar la solución para salir del atolladero. Freud es uno más en la lista, pero, a él, le siguen interrogando las mismas inquietudes que a su original. El universo y la vida, principio y fin de las cosas, se muestran permanentemente esquivos, y es el hombre, centro y medida, el que puede ser la causa. Una respuesta para Freud, ante tantas dudas, está en las palabras de una poeta del siglo XIX, Emily Dickinson, El corazón busca placer primero.
La reconstrucción de Sigmund Freud es un erudito fix-up, aunque los nexos hacen encajar a personajes y trama sin que se noten demasiado los saltos entre los distintos relatos. Personajes históricos en historias alternativas sin llegar a ser, del todo, una auténtica ucronía. Tienen dosis de sensibilidad y crudeza casi poética. Nos encontramos ante una extraña literatura para el género más afín al de la vieja Europa que al de la nueva América. Nos puede recordar por momentos al Lem más sociológico o incluso al Dick más paranoico. Incluye personajes arquetípicos que aparecen alienados al desarrollo tecnológico, lo cual les lleva hacia la incomunicación. Neuróticos solitarios, a los que la dificultad del momento, desde una colonia planetaria a punto de saltar por los aires hasta una nave espacial en peligro por alienígenas, les sobrepasa, aunque en realidad se plantea como algo trivial al compararlo con sus obsesiones personales y a su incapacidad para salir adelante con el simple uso del verbo.
Malzberg es tremendamente creativo, crítico como pocos, pesimista, pero sin derrotismo alguno, y dueño de un fino humor. Sus obras van repletas de ideas que se leen entre despierta cautela y un rictus facial de alucinado por "pero-donde-estaba-escondido-este- autor". Su estilo conceptual está claramente entre los asumidos por la new thing de Moorcock y su camarilla de adeptos.
Robert Silberverg editó a Malzberg en sus antologías Nuevas Dimensiones, (auténticas demoliciones del establishment fantacientífico); sobre los relatos que en ellas aparecen, comenta: "encarnan la originalidad, la audacia conceptual, la agudeza que caracteriza la mejor ciencia ficción". Esto es, sin duda alguna, aplicable por entero a la obra de Malzberg. Desde entonces son muy escasos los relatos que hemos podido leer de él, cuando lo cierto es que ha sido un autor bastante prolífico, aunque con periodos de producción y otros en los que estuvo retirado; pero, por lo visto, a nuestros editores no les hace excesiva gracia. La colección Nova va contra el agravio y nos lleva a pensar: ¿qué grandes obras nos estamos perdiendo?
Termino animando a los lectores de "paladar exquisito" a leer La reconstrucción de Sigmund Freud, dándoles la certeza de que tendrán nuevas sensaciones, muy diferentes a las que podemos encontrar en cualquier biblioteca estándar del género. Una novela que difícilmente nos llevará a la indiferencia.


Esta reseña fue publicada originalmente en Cyberdark.net

martes, 16 de septiembre de 2008

La Nueva Cosa

Los años sesenta con su mezcla de músicas, abierta sexualidad, juegos peligrosos con viejas y nuevas drogas, ecología, lucha por los derechos civiles y querer libertario tuvo su reflejo en el género. Venían con ganas de romper con la tradición y sus asfixiantes reglas; ellos eran los hippies de la Ciencia Ficción.
Un movimiento literario.
El término New Wave fue acuñado por Christopher Priest en analogía a la Nouvelle Vague del cine francés. Francois Truffaut o Jean Luc Godard, realizaban en los sesenta un arte intimista y natural, frente al acartonado cine de hollywood. La relación era evidente.
Para algunos críticos, como es el caso de John Clute, no fue un auténtico movimiento literario. Según Clute, la New Wave nace de la necesidad generada por una actitud mental inmersa en la contracultura, careciendo de homogeneidad. Sin embargo presenta las suficientes características comunes para que si pueda ser considerado como tal. En las novelas que citaré en este artículo, se puede encontrar:
- Una base ideológica dispar pero un mismo trasfondo, centrado en el rechazo al "establishment" cultural y político.
- El análisis de la sociedad de los sesenta y setenta con extrapolaciones en futuros muy cercanos.
- Se destaca el tratamiento de lo incomprensible por vía de la metafísica. La naturaleza humana se disecciona mediante la introspección, lo onírico y el surrealismo.
- Entre los temas más recurrentes estuvieron la superpoblación y el medio ambiente. Los tabúes del sexo, religión o rol son demolidos o tomados a chufla.
- Una estética ecléctica, pero similar en cuanto al uso de innovaciones formales poéticas, que supuso un rechazo a la estética anterior que consideraban agotada.
- Fue la vanguardia del género y en algunos casos de rara avis en el fantástico en cuanto a experimentación literaria.
Este movimiento del fantástico se puede establecer que surgió de las nuevas tendencias que Michael Moorcock quiso dar, como editor, a la revista inglesa New Worlds allá por 1964. Frente a las predecibles y escapistas historias de la Ciencia Ficción más tradicional en las que predominaba el componente hard, arriesgó su puesto y la revista con relatos de jóvenes autores. Relatos donde la forma era tan importante como la historia que se contaba. Serializó novelas como Mundo de cristal de J. G. Ballard, Campo de concentración de Thomas M. Disch, A cabeza descalza de Brian Aldiss e Incordie a Jack Barron de Norman Spinrad. El éxito del fandom no le fue esquivo, editó relatos que ganaron los premios Hugo o Nébula, entre otros, el brutal Un chico y su perro de Harlan Ellison (1969) o El tiempo considerado como una hélice de piedras semi-preciosas de Samuel R. Delany (1968) que junto a otros de Sladek o Zelazny fueron la escuadra de la Nueva Cosa.
La versión americana de esta innovación literaria fue la revista Galaxy, dirigida por Frederik Pohl, que sumó fuerzas al nuevo resurgimiento del género. En pocos años, los antologístas tuvieron la cantidad suficiente de relatos, para llevarles la innovación en marcha a los lectores que prefieren libros a revistas. Como las de Judith Merril y posteriormente las de Robert Silverberg; pero sin duda, las que tuvieron una mayor influencia en el género fueron las de Harlan Ellison, en cuyo empeño personal puso su tiempo y dinero.
Visiones Peligrosas
Visones Peligrosas (1967) son treinta y dos relatos que Harlan Ellison encargó y adquirió directamente a sus autores. Buscó nuevas ideas, situaciones arriesgadas, conflictos sociales o demoler tabúes. Ni más ni menos que un disparo a quemarropa contra nuestras conciencias.
Ellison, de forma intencional y reiterada, empleó el término Ficción Especulativa con el ánimo de superar la aversión que causaba el de Ciencia Ficción en muchos lectores y críticos, asiduos o no, del fantástico. Para bien o para mal, esta tesis por el cambio de nominación del género no cuajó.
Los relatos escogidos, como cabría esperar, no presentan la misma calidad literaria, pero la diversidad de temas tratados junto a la innovación estilística y el buen oficio de los autores dio lugar a una de las mejores antologías de todo el fantástico. Pienso que Ellison no pretendió enseñar por dónde deberían ir las cosas, ni tampoco iniciar un escuela. Fue más bien mostrar lo que se podría hacer y en parte lo que ya estaba hecho; prueba de esto es que no todos los autores eran jóvenes intrusos que descollaban en el género, algunos ya eran por esas fechas auténticos clásicos como Lester del Rey, Frederik Pohl, Damon Knight o Fritz Leiber.
Si bien es cierto que Ellison habla de la New Thing considero que hay relatos en esta antología que parecen escaparse de la intención original; así, Prueba para la destrucción de Keith Laumer o Judas de John Brunner cargan demasiado lastre cincuentañero en sus argumentos y formas. Y alguno de los autores difícilmente podría ser considerado dentro de esta corriente, tal es el caso de Larry Niven o Philip K. Dick.
El lector que asume el reto de leer esta antología descubrirá, entre otros, un Space Opera demoledor en El canto del crepúsculo de Lester del Rey. Revelaciones desoladoras como en ¿Cantará el polvo tus alabanzas? de Damon Knight y La fe de nuestros padres de Philip K. Dick. No son cuentos escapistas, algunos relatos plantean dilemas morales con trasfondo social, desde el racismo en Al día siguiente de la llegada de los Marcianos de Frederik Pohl o la visión reaccionaria de El rompecabezas humano de Larry Niven. Despertarán sensaciones de horror como Incidente en Moderán de David R. Bunch, y decrepitud o vaciedad en Moscas de Robert Silverberg y en El reconocimiento de J. G. Ballard.
El sueño americano hasta sus últimas consecuencias en Ángeles del carcinoma de Norman Spinrad y el esplendor y la gloria hasta el final en Auto-da-fe de Roger Zelazny. Entre juegos de dolor y muerte puede surgir lo inesperado como en Un juguete para Juliette de Robert Bloch y su continuación en El merodeador en la ciudad al borde del mundo del mismo Ellison.
Me dejo bastantes en el tintero, pero los comentados son una buena muestra de lo que Ellison quiso ofrecer del emergente modo de creación en el fantástico de los sesenta.
Los excesos
En el número 61 de la revista Nueva Dimensión (1974) con el encabezamiento de La Nueva Cosa escriben los editores que les gustaría publicar más relatos de esta corriente pero que no pueden por:
"... tres barreras infranqueables: traducción casi imposible del inglés al castellano, relatos incomprensibles y temas sumamente "obscenos" (según el Art. 2º de la vigente Ley de Prensa)."
Obviando, si esto es posible, los estragos de la censura franquista, las otras dos barreras aludían a un problema concreto de la corriente literaria que nos ocupa. Mientras que unos veían frescor y literatura enriquecida, para otros era un exceso de "arte y ensayo", de lo absurdo, que aburría soberanamente salvo que apareciesen las entrepiernas.
Hubo excesos, léase como ejemplo y con un par de aspirinas preparadas A Cabeza Descalza (1969) de Aldiss, que llega a aturdir hasta al lector más entregado. Este desmadre fue incentivado por los propios editores. Se tomaban los relatos más estrambóticos como ejemplo de las nuevas tendencias, así pues, el proceso selectivo estaba en cierto modo sesgado al escoger los relatos que podían impresionar al lector por cuanto a lo innovador respecto al "mainstream" del género. Como ejemplo, en el citado ND ponen dos relatos que sí superaron las tres barreras, son: El último hurra de la Horda Dorada de Norman Spinrad y Postatómico de Michael Butterworth. Precisamente considero que el relato de Butterworth cae en un exceso de estilo siendo más apariencia que otra cosa.
A treinta años vista, los excesos me parecen como un juego de experimentación literaria necesario para buscar posibles caminos, caminos que se encontraron y dieron grandes novelas.
Novelas de la New Wave
Las de catástrofes
En 1962 Rachel Carson publicó su estudio Primavera silenciosa , que en poco tiempo se convirtió en la Biblia de los ecologistas más integristas. El uso indiscriminado de plaguicidas sumado a la deforestación de zonas tropicales, estaba provocando la destrucción del medio natural. Carson daba datos concretos, la pérdida del equilibrio ecológico era un hecho contrastado, nos estábamos cargando el planeta. La voz de alarma se extendió y la conciencia planetaria por un mundo sano comenzó a forjarse.
Los escritores, no siempre ajenos a lo que pasa en el mundo, tomaron como suya esta bandera y así surgieron algunas "novelas de desastres" que no eran una novedad en el género. Desde la Segunda Guerra Mundial la Ciencia Ficción advirtió sobre la amenaza de la "Era Atómica", pero ahora era diferente, no había héroes que salvaran la Tierra del holocausto nuclear; la nueva generación culpó al Hombre.
Novelas que sin ser consideradas Nueva Ola por no entrar dentro de su estética literaria, aunque con una potente carga ideológica en la línea de este movimiento, fueron fundamentalmente La tierra permanece de George R. Stewart (1949) y posteriormente Cántico por Leibowitz de Walter M. Miller (1960), en ellas se encuentra el germen de lo que se verá en los años siguientes.
En los inicios de la Nueva Ola, Brian Aldiss en Barba Gris (1964) da rienda suelta a la auténtica era atómica donde las fuerzas teratógenas queman infancias y con ellas las esperanzas, lo que queda es una deriva por los recuerdos de un pasado que ahora ya siempre será mejor. Aunque la experimentación literaria en Aldiss vendrá a partir de Informe sobre la probabilidad A (1968), sí se aprecia en Barba Gris la espoleta creativa que dirige sus fuerzas hacia un planteamiento político y de preocupación social basado en el humanismo.
J. G. Ballard es de los primeros en abrir las puertas con Huracán Cósmico (1962) sólo son atisbos de sus auténticas catástrofes versión Nueva Ola. Con El Mundo sumergido (1962), La Sequía (1963) y Mundo de Cristal (1966), nos presenta el hombre y su culpa, castigo y redención. La penitencia se cobra su precio con el descarnamiento de la conciencia de los protagonistas. Ballard guía en un viaje interior que se refleja en mundos sombríos, surrealistas y con frecuencia esquizoides que no dejarán indemne al lector.
Pesimista y dramática es Los genocidas de Thomas M. Disch (1965), el hombre no es más que una plaga y como tal se muestra en la barbarie del fanatismo religioso, así como en las pulsiones vitales que animalizan dando rienda suelta al odio y acentuando la locura.
En lo que pudiera ser un arrebato de la ecología, como conciencia más radicalizada en los años setenta, nos encontramos con El rebaño ciego de John Brunner (1972). Llega al paroxismo de la contaminación, a la estupidez más absoluta de los políticos y a la rabia más desaforada de los ecologistas; hoy día ya no nos parece tan extremista, pues en parte ya está aquí.
Las distopías
La prospección, que los jóvenes autores hacían, no escapaba mucho más del límite de sus vidas, el mañana nunca estuvo tan cerca. Oscuro, sucio y corrupto, donde los sistemas de poder imponen su tiranía y poco se puede hacer para mejorarlo, dibujaron con demasiado atino un futuro-presente negro.
Hagan sitio! ¡Hagan sitio! de Harry Harrison (1966).La historia aparente es la de una investigación policial y una relación amorosa decadente. La ambientación, la da un sistema policial opresivo que trata de controlar la inestabilidad social, generada por la escasez casi total de agua, alimentos y espacio; en el climax estallan las revueltas callejeras.
Todos sobre Zanzibar de Brunner (1968), un futuro donde la manipulación de masas por los medios de comunicación, las multinacionales y la genética llevan al mundo al borde del precipicio. Todo un alarde de Brunner en cuanto a investigación sociológica con base en la superpoblación, en una novela de estructura compleja sin perder el equilibrio estético.
Incordie a Jack Barron de Norman Spinrad (1969), dibuja un mañana sucio por la corrupción del poder, que conlleva la pérdida de los ideales que se asumieron en la juventud. En una obra de estética provocativa y de estilo arriesgado, véase el exceso en unir-palabras-mediante-guiones-para-llamar-la-atención-del-lector o los chorros de pensamientos con una gramática desestructurada.
334 de Thomas M. Disch (1972), un mundo aparentemente perfecto sin cabida para los fracasados que no tuvieron ni la oportunidad de adaptarse. En la escasez de espacio, trabajo y en la impuesta planificación familiar está el origen de los marginados sociales, los derrotados por el sistema que ha creado un mundo lleno de personas infelices.
También de Disch es Campo de concentración (1968), no es una auténtica distopía pero como profunda reflexión antimilitarista y alegato a favor de la libertad de expresión, escrita en el momento histórico de la guerra de Vietnam sí tiene su relación con este subgénero, siendo una de las novelas de Ciencia Ficción con mayor bagaje cultural.
Las espirituales
Otras veces, las respuestas se encuentran en el pasado histórico-mitológico que conforman los arquetipos de la naturaleza humana. El bucear en el subconsciente, donde la solución no es precisamente lo más llamativo, puede hacer surgir novelas en las que realidad y sueño no se diferencian.
Los mitos clásicos en Tú el inmortal (1966), de Roger Zelazny se manifiestan bajo formas monstruosas debido a malformaciones congénitas. La Tierra en venta y la desolación salvaje de lo inesperado serán el reto para un inmortal, que deberá luchar para evitar la perdida de la identidad humana.
En La intersección de Einstein (1967) de Samuel R. Delany asistimos a una búsqueda, a un viaje de iniciación por un mundo carcomido por el tiempo pasado; lo único que perdura es la urdimbre existencial de nuestra conciencia colectiva.
Esta búsqueda puede conducir a la gnosis, en Regreso a Belzagor (1969) Robert Silverberg nos lleva por un mundo selvático que va despojando al peregrino de las trabas autoimpuestas, liberándose al fin el conocimiento, hacia el Ananke primordial.
Los herederos
Algunos de los autores citados siguen publicando nuevas obras y en muchas ocasiones las novelas nombradas son reeditadas, lo que demuestra que la Nueva Ola tuvo éxito literario; pero, ¿en qué medida supuso el numen de otros escritores? la respuesta se pueden ver en las obras de James Tiptree Jr. seudónimo de la escritora Alice Sheldon, que da lo mejor en sus relatos. Estos son brillantes tanto por las ideas como por su estilo enriquecido, sus recopilaciones en Mundos cálidos y otros (1975) así como en Cantos estelares de un viejo primate (1978) son una poética de sicología y exobiología que imanan humanismo.
O en las de Gene Wolfe, como en La quinta cabeza de Cerbero (1972) de difícil lectura pero muy gratificante por las sensaciones que se perciben; con los clones, Wolfe escribe una poesía sin métrica sobre la sustancia del Yo y la búsqueda de la identidad como principio y destino.
En las novelas de Ian Watson, como Empotrados (1972), con formas poco destiladas pero desbordante en conceptos, Watson narra una posibilidad. Un cambio en la evolución humana, por medio del lenguaje al ser este un organizador de la arquitectura mental.
Para terminar, dos novelas de autores que se mueven por terrenos dispares pero que transmiten las vibraciones hippies de los sesenta. Software de Rudy Rucker (1982), con una prosa entre lírica y ácida los robots de Rucker dejan de ser asimovnianos para ser "más humanos que los humanos" y Camino desolación de Ian McDonald (1988), si puede escribirse una epopeya divertida-dramática-científico-fantástica, ésta es esa novela donde McDonald reinventa la Nueva Cosa.
Este artículo lo publiqué en Cyberdak en 2003, la mejor web literaria de género fantástico publicada en español (ni lo dudéis).

domingo, 14 de septiembre de 2008

VSXV - VDNX - VVC




En pleno subidón del estalinismo los logros soviéticos se mostraban al mundo, además de servir pedagógicamente a su propio pueblo, en la Exposición Pansoviética Agrícola. A lo largo de los años ha ido cambiando de nombre y también de fisonomía.


Queda bien patente en numerosos edificios y monumentos todo lo conseguido, pero, hoy día también es patente la decadencia de la caida de los soviets. Edificios agrietados, desconchones, cierta sensación de "aldeas de Potiomkim de Catalina II" o algo así como los de cartón del decorado de una película. Seguramente lo peor es entrar en los pabellones y encontrarse con toda una plaga de bazares cutres que se perciben como algo anacrónico y para muchos, aun entendiendo que la necesidad obliga, como un sacrilegio a la memoria histórica.
























Lo que no pudimos ver fue la famosa Obrero y Koljosiana de Vera Mújina pues está en proceso de restauración, desde el 2003, aunque parece ser que la pondrán el próximo año.



En los alrededores de la Plaza Roja nos hicimos de este pin de latón esmaltado de los años 50, por 7 euros. Era los que se daban a los colaboradores con la exposición.

Ahora este Tractorista y koljosiana, simbolo de la (VSXV) Exposición pansoviética agricola de 1939, relucen más que sus originales.


www.vvcentre.ru

Piso - Museo de Bulgakov


"A la hora de más calor de una puesta de sol primaveral
en Los estanques del Patriarca aparecieron dos ciudadanos."


Así comienza El Maestro y Margarita de Mijail Bulgakov, una de las novelas más importantes de la literatura del pasado siglo. En ella el diablo con una peculiar cohorte aparece en el Moscú estalinista provocando unas delirantes situaciones que reflejan la flaqueza del hombre y por ende la corrupción del sistema soviético.



En la moscovita calle de Bolshaya Sadovaya número 10, hay un pequeño y variopinto piso-museo dedicado al autor. No destaca por sus colecciones ni por su arquitectura, pero, los lectores de Bulgakov sienten allí como una transfiguración mística y para los ávidos del "mejor Moscú" quizás descansar de las largas caminatas sentándose en el pequeño café del piso-museo y saborear la experiencia literaria que tiene el estar allí.



En silencio y cámara en mano voy por las pequeñas habitaciones del piso, un padre sentado en un diván con su hija dormida en sus brazos contempla la habitación que aparece reflejada en un gran espejo, pequeñas figuras de cerámica donadas por amigos, fotos antiguas y otras actuales de “Popota”, el gato de la corte del diablo en Maestro y Margarita, que conducen a un pequeño minino negro que se lame descansando entre chaquetas en el sofá. Hago las fotos de rigor y otras que me dan la posibilidad de jugar con mi imagen en un espejo.



Como souvenir un calendario de Margarita y Popota que llegado a casa guardamos entre las páginas de la novela.
http://www.dombulgakova.ru/

viernes, 12 de septiembre de 2008

3... 2... 1 ...






No pretendemos dar la nota alucinando al vecindario aunque no iremos de puritanos y comedidos pensando cada palabra que por aquí pongamos. No intentamos crear “el mejor blog”, pero, nos esforzaremos en hacer algo digno de ser leído, así, el amigo que entró no sentirá que pierde el tiempo, pues nosotros no se lo podremos encontrar.


Pues ya nos vale ... hoy 12 de septiembre nos lanzamos al espacio web ya veremos que sale de todo esto.